La ciudad híbrida en la contemporaneidad
La ciudad, siguiendo a Borja (2005: 21) es una realidad sociocultural, histórico-geográfica y política, una concentración humana y diversa (urbs), dotada de identidad o pautas comunes y con vocación de auto gobierno (civitas, polis). La ciudad híbrida es el resultado y expresión territorial de la mezcla-híbridación entre formas urbanas complejas-heterogéneas, resultado de condiciones socioculturales, económicas y geo-ambientales diversas y de las cambiantes dinámicas territoriales (coordenadas espacio-temporales), que caracterizan el hacer ciudad en Latinoamérica y también aún en un casos particulares como nuestras ciudades colombianas. La ciudad híbrida reconoce la coexistencia, en el continuo espacio-tiempo urbano, de fragmentos urbanos con códigos genéticos diferentes que caracterizan las diversas formas del habitar latinoamericano. Esta nueva visión-conceptualización permite y da paso a soluciones creadoras-viabilizadoras de una nueva cultura urbana y la construcción de paisajes urbanos híbridos-sostenibles. El resultado de la mezcla-híbridación no significa suma sino multiplicación, el valor creado es más que la suma de las partes (Nordström, 2008: 122).
En la ciudad híbrida, dada la mezcla y/o rupturas de fragmentos urbanos, sus códigos genéticos se modifican dando origen a otros códigos. Portas (2003: 227) expresa en el entendimiento de las rupturas morfológicas, comprender la discontinuidad y fragmentación de las distintas partes que por razones funcionales u otras, descomponen la actual aglomeración o región urbana, que asimismo mantienen relaciones internas suficientemente estrechas para ser percibidas como una misma entidad urbana. La variable explicativa de estas diferencias es la de la nueva movilidad que dilata los factores de tiempo —distancia— esfuerzo de las comunicaciones de todo tipo y multiplica las opciones locativas de las actividades y lugares conforme a modos y estilos de vida de los individuos (Portas, 2003: 227). Por otro lado, destaca que los elementos más duraderos de la ciudad —que soportan y estructuran— presentan un código genético basado en la autonomía de los tiempos, de los componentes más permanentes o más contingentes del futuro empleo del territorio.
En los asentamientos espontáneos, en las ciudades latinoamericanas, se observan los complejos ensambles de naturaleza y artificio, los cuales tienen sus propios códigos genéticos, que son necesarios develar, tal como planeta Jáuregui (2009).
En la concreción de la ciudad híbrida, la calle como espacio público adquiere independencia por sí misma, a pesar de ser parte de un sistema, del cual puede extraerse y recomponerse dentro de un contexto de multiplicidad, que se abre a otras conexiones, perdiendo la continuidad y produciendo otras relaciones y da lugar a nuevas lecturas que van más allá de su percepción como malla que organiza y ordena (Rojas, 1997). Por lo que la calle en algunos casos es frontera, borde y, en otros, conecta, actúa como acontecimiento, como lugar, espacio de relaciones y de representación, que se superpone entre fragmentos, diluye los bordes que segregan y genera la sutura, al accionar como entre-tejido urbano.